Pues resulta que el Anti-Karaoke tiene blog (dentro de su página de Myspace), y dentro del apartado Guest Blog han publicado un artículo mío opinando sobre el tema. Aquí está.
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La primera vez que fui al Anti-Karaoke, casi morí en el escenario.
Me explicaré. Allá por enero de 2006, mi hermano (Kal-El, al que seguro que muchos recordaréis haber visto por el show en un par de ocasiones) encontró la web del Anti-Karaoke, que por aquel entonces era sólo una sección dentro de la página de Rachel. Me la pasó, y ambos estábamos de acuerdo en que sería cojonudo ir algún día, pero nos era del todo imposible por el horario de nuestros respectivos trabajos.
Tres meses después dejé el mío (por motivos que no vienen al caso), y el 10 de abril de aquel año, un extraño visitante bajó al sótano del Sidecar dispuesto a cantar algún tema de la lista que había estudiado previamente en la pantalla de su ordenador.
¿Cómo era posible que existiera un lugar con semejante selección musical y, según lo que había leído, tan buen rollo y un ambiente de concierto de rock? Para mí, aquello fue como encontrar la Atlántida, el Área 51 y el santo grial juntos.
Era un karaoke mutante.
Después de que César dijera mi nombre (Dani, a secas. "El Mutante" se me ocurriría la semana siguiente. Es una larga historia), salí dispuesto a cantar nada más y nada menos que el Enter Sandman de Metallica. Malacostumbrado como estaba a los karaokes convencionales, en los que meten tanto volumen en los micros que no hay ni que elevar la voz, no estaba preparado para aquello. Me desgañité sobre el escenario, me puse rojo como el culo de un mandril y me sentí como Anakin Skywalker al quemarse vivo.
Al final la gente me aplaudió, pero no sé si por mi actuación, o por haber logrado llegar vivo al final.
Lo cierto es que aquella noche quedé muy impresionado por lo que vi. El primero en cantar fue Syd Barretina, que con su atronadora versión de Whole Lotta Rosie de AC/DC, logró engancharme al espectáculo ya desde el principio. Y desde luego, Rachel se encargó de dejarme bien claro que aquel show, aquella jaula de locos que se reunía cada lunes, no era sólo algo muy, muy pero que muy divertido.
Era algo ÚNICO.
Los cientos de miles de herejes que prefieren seguir yendo a discotecas cada semana, a ver pinchar a un DJ versiones ultrachungas y sacrílegas de viejos himnos rockeros, no pueden ni imaginar lo que se están perdiendo. O quizá sí, pero están tan sorbidos por la (por desgracia) tan estandarizada mediocridad musical de este país, que les da exactamente igual. Peor para ellos. Dudo que nunca se lo pasen tan bien como yo, cantando temas de Queen, Metallica, Bad Company, Kiss o Cheap Trick, entre muchos otros, ante 300 personas que viven la magia de un concierto de rock entre amigos.
Hacen falta más Anti-Karaokes. Más Rachels. Gente de este país: abrid vuestras mentes y afinad el oído. ¿Lo oís? ¿Es eso una Stratocaster? ¿Es la Red Special de Brian May?
Dejaos llevar. Mutad. Disfrutad. HIT IT!
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Hala. Por si alguien aún tenía dudas sobre el tema. ;O)
¡Ah, y no os perdáis la opinión del Capitán Powertapping!
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