9.2.06

En Busca de la Maleta Perdida (parte 4 de 5)

Un poco más tarde de lo que anuncié (sorry, ha sido una combinación letal de vagancia y estrés laboral), continúa esta larga crónica con su penúltima entrega. Es la que más fotos contiene: 24.

--24 de Agosto--

- En pie a las 6:30. Tras un desayuno rápido nos vamos ipso facto al gran Templo de Edfú, que está dedicado a Horus. Es el segundo mayor de Egipto y el mejor conservado. En primer lugar una foto del viaje en calesa hasta el templo. Y luego la visita en si.









- A partir de este punto nos preguntamos por qué en muchos templos las figuras aparecen desfiguradas. Kramy nos explica que fue cosa de los cristianos, que destruyeron muchas de las representaciones de dioses por considerarlas una herejía. Sin comentarios...
- ¡Atención! ¡En una de las paredes del templo, reaparece el espermatozoide! ¡Y aquí se ve incluso con más detalle! ¡Y LOS NIÑOS SEGUIRÁN MIRANDO LA PUÑETERA IMAGEN AUNQUE LES PONGA UN ENLACE A DISNEY.COM!




- A la salida del templo hay una sala aparte, como un mini-templo. Según se dice, ahí es donde nació Horus. Los cristianos metieron algunas cruces con calzador ahí dentro (ya conocéis el viejo dicho cristiano: si hay que joder se jode, pero joder pa ná, es tontería).



- He aquí una nueva inmortalización (ojo a la palabrota) del grupo tomada por un servidor en el interior del taxi que nos lleva de vuelta al barco. Si, lo reconozco: más bien parecemos un grupo de turistas alemanes de vacaciones en México.



- Hacemos una breve parada en un bar que hay a la salida (me tomo... ¡una Mirinda! No pude evitar acordarme de cierto cortometraje de Álex de la Iglesia). Volvemos al barco y nos vamos de cabeza a la piscina, que menudo solecito hace ya.
- El almuerzo en el barco resulta ser el peor de todo el viaje. Escuchamos muchos gritos provinientes del interior de la cocina, los que nos lleva a pensar que tenían pensado un menú distinto, pero por algún fallo se desperdició todo. Así que hubo que hacer algo deprisa y corriendo, con unos resultados bastante... discutibles. No es que sea un gourmet ni nada por el estilo, pero digamos que era algo que se notaba.
- Descansamos un rato. Por las tardes se hace algo en el barco que ya lleva repitiéndose varios días: se sirve te rojo con pastas. No soy un entusiasta del te, pero he de reconocer que las pastas estaban divinas (joder, qué sibarita ha sonado eso).
- El barco alcanza Kom-Ombo de nuevo. El resto del grupo sale a dar otro paseo por la zona, pero yo decido quedarme en el barco por dos motivos: uno, ya he visitado antes ese templo. Y dos: hay tal acumulación de barcos que espesas nubes de humo negro convierten el ambiente en sofocante e irrespirable. Para muestra un botón: una puesta de sol tomada desde el Moon River. ¿Veis las bandas negras de la parte baja? No, no son nubes de tormenta, precisamente...



- Y ellos en Kom-Ombo como gilipollas madre, y ellos en Kom-Ombo como gilipo-o-o-llas... que si, que si, que vinieron reconociendo que lo mejor era quedarse en el barco. Si es que... ah, por cierto, una foto curiosa que hice esa misma tarde.



- Mientras cenamos, un hombre de la agencia de viajes nos señala (discretamente) al que será nuestro guía especial el día siguiente. Palabras textuales: "¿ven a ese hombre tan feo de ahí? Pues es su guía". Es sirio y se llama Sayid, pero nosotros le apodamos cariñosamente Shrek. Imaginaos cómo sería, que todas las fotos que intentamos hacerle salieron veladas...


--25 de Agosto--

- En pie a las 2:45 AM. Repito: EN PIE A LAS 2:45 AM. Y es que hoy es uno de los días más esperados del viaje: la visita al legendario Templo de Abú Simbel. Está situado muy cerca de la frontera con Sudán, al sur de Egipto, la zona más calurosa del país. Salimos de Asuán (regresamos en barco la noche anterior), y nos preparamos para un viaje de autocar de más de 2 horas, rodeados de una oscuridad absoluta. Mi mp3 me ayuda a despejarme (malditas las ganas que tengo yo de dormirme otra vez) a ritmo de Queen.
- Llegamos en pleno crepúsculo matinal. Lo primero que nos llama la atención son las dimensiones del Lago Nasser, el largo artificial más grande del mundo, fruto de la construcción de la presa de Asuán.



- A continuación, Shrek nos da algunas explicaciones al grupo. Pasados un par de minutos, hace una pausa para que podamos hacer fotos del amanecer sobre el lago. Nadie se queda con las ganas, y yo menos.



- Mmmm... estamos ante uno de los templos más famosos del mundo, ¿no? Cachis, lo olvidaba. Efectivamente, ahí está el Templo Doble de Abú Simbel. Y si, es doble. Está el grande, el más celebre, erigido por Ramsés II y dedicado a si mismo en un acto de vanidad sin precedentes. Y luego está el otro, cuya foto tenéis aquí debajo, que el mismo faraón regaló a su mujer, la bellísima Nefertari (no confundir con Nefertiti). Como curiosidad: de las 6 figuras que hay en la entrada, 4 son Ramsés II y sólo 2 la representan a ella. Regalo, si. Pero con un machismo del cagarse.



- Y ahora si, por fin, el gran templo. Ambos fueron trasladados piedra a piedra en los años 60, para impedir que el lago Nasser se los tragara. Y sobre eso hay una historia curiosa: el gran templo fue construído originalmente para que cada año, el día del cumpleaños de Ramsés II, un rayo de sol atravesara todas las cámaras del templo y llegara hasta la parte más profunda, iluminando una estatua suya y las de 3 dioses más en un orden concreto. Pues bien: al trasladar el templo, con toda la tecnología del siglo XX... ¡SE EQUIVOCARON EN UN DÍA! Pa cagalse. En fin, las fotos (la última muestra a ambos templos desde la lejanía).







- En esta imagen tomada por mi padre, estoy señalando al culpable de que nos falte una maleta: el Camello Cabrón(tm).



- En el interior de los templos, el guía soy yo. Me empapé de tanta cultura sobre los dioses egipcios, que no hay ni uno que se me resistiera. Reconozco a todos los que aparecen en las paredes, llegando incluso a distinguir entre Ra y Horus, ambos con cabeza de halcón (es fácil: Ra lleva el sol en la cabeza). Lástima que en el interior estén prohibidas las fotos...
- Nos vamos antes de que el calór empiece a ser insoportable. El viaje de retorno es insufriblemente largo (da la impresión de durar más que el de ida). No hay más que desierto por todas partes. Y la comida del barco vuelve a ser horrible.
- El resto del grupo tiene ganas de salir por la tarde, pero yo quiero quedarme relajado en la piscina. Se van de visita al famoso Old Cataract, el hotel de Asuán donde Agatha Christie escribió su famosa novela Muerte en el Nilo. Y cuando voy a la piscina... está vacía. Y yo en bañador como un gilipollas madre, y yo en bañador como un gilipo-o-ollas...
- Afortunadamente puedo resarcirme con esta espectacular secuencia del atardecer sobre Asuán. Posiblemente la mejor puesta de sol que he fotografiado nunca.







- La cena es infinitamente mejor que el almuerzo. Empezamos a recoger las cosas para el viaje de mañana. Antes de irnos a dormir, los del barco nos ofrecen un espectáculo especial con tres bailarines: un negro que parece surgido de la guerra zulú (básicamente se dedica a obligarnos a hacer el idiota), un bailarín sufí (esos que giran sobre si mismos con una especie de faldas enormes durante mucho rato y no se marean nunca)... y al final, la que posiblemente sea la peor bailarina árabe jamás vista. Bueno, no es que fuera mala, sino que parecía cabreada y cansada. Y llevaba encima tantos kilos de maquillaje, que ya se la podía oler antes de que entrara en la sala. Literalmente.


--26 de Agosto--

- Último día en el Nilo y primero en El Cairo. Modorra. Me levanto. Y yo con mi diarrea como un gilipollas madre, y yo con mi diarrea como un gilipo-o-ollas. Era el único del grupo a quien no le había pasado aún. En fin, antes o después tenía que ocurrir...
- En nuestro último paseo por Asuán, viajamos en faluca hasta la Isla Elefantina, en mitad del Nilo, donde está emplazado el jardín botánico más espectacular que he visto nunca. Es inmenso, tiene especies de todo el mundo, y cada año llevan más. Los paseos por ese jardín, como veis, son interminables. Y la foto está tomada a la mitad del camino...



- Hay un montón de ibis revoloteando por el lugar. Y también muchos gatos, la mayoría bastante famélicos, por desgracia. Pero hay uno en concreto que me llama mucho la atención, y el motivo es...



- Bueno, "salta a la vista", ¿no? Después nos vamos de visita al Museo Nubio, con una colección bastante grande de figuras, ornamentos, armas y demás parafernalia. Una visita interesante, pero que en esta crónica no encajaría muy bien.
- Tras una nueva e interminable caminata al sol, regresamos al barco. La comida de ese día no fue la mejor, pero si la más agradecida por todos. Tras un descanso corto, nos disponemos a realizar la última salida en Asuán.
- Nos dirigimos al Templo de Filae, dedicado a la diosa Isis (conocida también como La Hechicera), que también fue salvado piedra a piedra para que no se lo tragara el lago. Bajo una solanera del copón, logro distinguir a Sekmet (cabeza de leona), diosa de la ira y el fuego purificador, en muchas paredes del templo (parece que es la guardiana de Isis). Sekmet es lo que le ocurre a Bastet (cabeza de gata) cuando se cabrea. Bueno, aquí está el templo en si.





- Cercanos a un profundo estado de coma, volvemos al barco. Curiosamente, me encuentro mejor de la diarrea. Nos duchamos y descansamos en el salón por última vez.
- Salimos en autocar a las 19:00. Al llegar al aeropuerto, nos enteramos de que nuestro vuelo está nuevamente retrasado más de una hora. Paciencia y resignación. O a la inversa.
- Por fin en el avión (mucho más fiable que el primero), tenemos un vuelo realmente corto (unos 50 minutos) y la agradable sorpresa de que, esta vez si, las azafatas... ¡SONRÍEN! Lo siento, es que en el viaje de ida nos quedamos traumatizados.
- Empezamos a descender sobrevolando El Cairo, esa megalópolis superpoblada de 18 millones de habitantes (casi tres veces la población actual de toda Cataluña. Cágate lórito). Aterrizamos y regamos un poco la flor de nuestros culos para que la maleta que nos queda llegue bien. Cosa que, afortunadamente, ocurre.
- Un expediente X: nos dicen que ese aeropuerto es el viejo (El Cairo tiene 2) y que cuando nos marchemos iremos al nuevo. Sin embargo, las instalaciones de este parecen muy nuevas y las del otro parecen desfasadas. O no sabían hablar nuestro idioma, o estaba ocurriendo algo rarillo...
- Tras un laaaaaaargo recorrido por El Cairo (ya hablaré de sus calles), llegamos por fin a nuestro hotel. Uno que tiene una historia interesante, ya que hace más de un siglo fue un palacio: el Mena House. Está muy cerca de las Pirámides.

No, creo que no me explico. Quiero decir que está...



... MUY CERCA de las Pirámides. Capisce?

- Los pasillos del interior del hotel son kilométricos. Casi llegas a pensar que comunican con alguna cámara subterránea de los faraones. En fin, ya hemos llegado.

En la próxima (y última) entrega... ¡las Pirámides! ¡El barrio copto! ¡El museo del Cairo! ¡La Mezquita de Alabastro! ¡El regreso a casa! ¡Y NI UN PUÑETERO DIBUJO DE MAHOMA!